martes, 30 de diciembre de 2014

Resolución para el nuevo año: Conocer a Cristo

Las personas raramente se sienten cómodas en su propia piel. Muchas de nosotras vivimos con profundas inseguridades que ocultamos cuidadosamente con una persona pública. La idea de permitir que la gente vea nuestro yo real nos da miedo porque tenemos demasiados defectos. Por lo tanto, el miedo nos detiene. Posteamos las imágenes más favorecedoras de nosotras mismas en Facebook y escondemos cuidadosamente todas las feas piezas de nuestra apariencia y personalidad.

La comparación es como una adicción. Una vez que empezamos, no podemos parar. Nos sentimos inseguras cuando nuestras amigas son más lindas, más educadas, o tienen mejores empleos y matrimonios. Nos enfrentamos a diario con imágenes de modelos y estrellas de cine, y nos sentimos indignas de comparación. Anhelamos distinguir algo en nosotras, algo que nos haga sobresalir, algo para darnos la sensación de que tenemos algo de valor.

Un nuevo año nos da la oportunidad de empezar de nuevo. La oportunidad de ser una mejor persona que la que fuimos el año anterior. Pero no es ningún secreto que la mayoría de las resoluciones no son cumplidas. Las buenas intenciones no pueden transformar una rana en un príncipe. Así que nuestra esperanza se derrumba antes de que termine enero.

Pero ¿qué pasaría si la resolución fuera encontrar satisfacción con quién realmente eres? ¿Y si pudieras desarraigar tu inseguridad y finalmente liberarte de ella?

Dos pecados son a menudo la raíz de la inseguridad:
1. El deseo de autoglorificación
2. El temor a las opiniones de la gente

Tal vez te sorprenda el pensar que el pecado causa inseguridad. Pero nuestro anhelo por atención nos pone en una posición vulnerable. Queremos gustarle a otros y que nos admiren, y lo queremos tanto que esto comienza a controlarnos. Y antes de que nos demos cuenta, nuestra confianza queda destrozada por la opinión humana.

En nuestra búsqueda de autoglorificación, empezamos a temer a la gente. Les damos derechos sobre nosotras que nunca debieron tener. Cuando nos definimos por las opiniones de los demás, actuamos como un payaso en la cuerda floja, siempre en un acto de equilibrio con nada sólido en que pararse.

Pero la Biblia pinta un panorama muy distinto de una mentalidad sana. Primera de Pedro 5:6 nos anima a humillarnos delante de Dios y confiar en Él para cuidar de nosotros. Por otro lado, Mateo 10:28 expone la insensatez de temer a los hombres más que a Dios. Una mentalidad bíblica contrasta marcadamente con las luchas de una persona insegura. Y tanto como nos gustaría negarlo, nos dejamos llevar por estos pecados demasiado a menudo y destruimos toda esperanza de encontrar satisfacción.

UNA NUEVA IDENTIDAD

A pesar de nuestros pecados, hay esperanza en Cristo. El Reino de Dios no funciona como cualquier establecimiento humano. Funciona al revés. No trabajas tu camino a la cima. No ganas la confianza de Dios para entrar en el círculo interno. La salvación es un regalo para los pecadores como tú y yo. Todos los que buscan a Jesús en la fe son bienvenidos. Estas son increíblemente buenas noticias para los que tenemos una enorme carencia de sentido de identidad.

Jesús nos da una nueva identidad cuando ponemos nuestra confianza en Él. Él nos da su justicia y toma nuestros pecados sobre sí mismo — clavándolos en la Cruz en un sacrificio de una vez y para siempre (2 Cor. 5:21, Col. 2:13-14, Hebreos 10:10). Él hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos. Él redime nuestra personalidad por el bien de su gloria.

Demasiado a menudo, permitimos que el Evangelio descanse ligeramente en nosotros, nunca permeando en las cavidades más profundas de nuestro corazón. Pero cuando la realidad comienza a sostener el peso, sucede algo sorprendente. Nos damos cuenta que no hay nada que demostrar y nada que perder. Cristo es Suficiente para nosotros. Y cuando confiamos en Él, nuestro valor es redefinido.

Si eres un cristiano, las cosas en tu vida no te definen. Tu estado civil no es tu vida. Tampoco lo es tu tamaño de ropa, tu trabajo, o tu educación. No, para el cristiano, Jesús define su valor.

El secreto de la felicidad no se encuentra dentro de ti. Se encuentra buscando fuera de ti mismo, a Jesucristo, y dejarlo redefinirte. Así que este nuevo año, decide conocer a Cristo. Otras buenas intenciones pueden acaparar la atención del público, pero conocer a Cristo cambiará tu vida.

¿Qué te impide encontrar satisfacción?


por: Christel Humfrey

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