Las personas raramente se sienten cómodas en su propia piel. Muchas de nosotras vivimos con profundas inseguridades que ocultamos cuidadosamente con una persona pública. La idea de permitir que la gente vea nuestro yo real nos da miedo porque tenemos demasiados defectos. Por lo tanto, el miedo nos detiene. Posteamos las imágenes más favorecedoras de nosotras mismas en Facebook y escondemos cuidadosamente todas las feas piezas de nuestra apariencia y personalidad.
La comparación es como una adicción. Una vez que empezamos, no podemos parar. Nos sentimos inseguras cuando nuestras amigas son más lindas, más educadas, o tienen mejores empleos y matrimonios. Nos enfrentamos a diario con imágenes de modelos y estrellas de cine, y nos sentimos indignas de comparación. Anhelamos distinguir algo en nosotras, algo que nos haga sobresalir, algo para darnos la sensación de que tenemos algo de valor.
Un nuevo año nos da la oportunidad de empezar de nuevo. La oportunidad de ser una mejor persona que la que fuimos el año anterior. Pero no es ningún secreto que la mayoría de las resoluciones no son cumplidas. Las buenas intenciones no pueden transformar una rana en un príncipe. Así que nuestra esperanza se derrumba antes de que termine enero.
Pero ¿qué pasaría si la resolución fuera encontrar satisfacción con quién realmente eres? ¿Y si pudieras desarraigar tu inseguridad y finalmente liberarte de ella?
Dos pecados son a menudo la raíz de la inseguridad:
1. El deseo de autoglorificación
2. El temor a las opiniones de la gente
Tal vez te sorprenda el pensar que el pecado causa inseguridad. Pero nuestro anhelo por atención nos pone en una posición vulnerable. Queremos gustarle a otros y que nos admiren, y lo queremos tanto que esto comienza a controlarnos. Y antes de que nos demos cuenta, nuestra confianza queda destrozada por la opinión humana.
En nuestra búsqueda de autoglorificación, empezamos a temer a la gente. Les damos derechos sobre nosotras que nunca debieron tener. Cuando nos definimos por las opiniones de los demás, actuamos como un payaso en la cuerda floja, siempre en un acto de equilibrio con nada sólido en que pararse.
Pero la Biblia pinta un panorama muy distinto de una mentalidad sana. Primera de Pedro 5:6 nos anima a humillarnos delante de Dios y confiar en Él para cuidar de nosotros. Por otro lado, Mateo 10:28 expone la insensatez de temer a los hombres más que a Dios. Una mentalidad bíblica contrasta marcadamente con las luchas de una persona insegura. Y tanto como nos gustaría negarlo, nos dejamos llevar por estos pecados demasiado a menudo y destruimos toda esperanza de encontrar satisfacción.
UNA NUEVA IDENTIDAD
A pesar de nuestros pecados, hay esperanza en Cristo. El Reino de Dios no funciona como cualquier establecimiento humano. Funciona al revés. No trabajas tu camino a la cima. No ganas la confianza de Dios para entrar en el círculo interno. La salvación es un regalo para los pecadores como tú y yo. Todos los que buscan a Jesús en la fe son bienvenidos. Estas son increíblemente buenas noticias para los que tenemos una enorme carencia de sentido de identidad.
Jesús nos da una nueva identidad cuando ponemos nuestra confianza en Él. Él nos da su justicia y toma nuestros pecados sobre sí mismo — clavándolos en la Cruz en un sacrificio de una vez y para siempre (2 Cor. 5:21, Col. 2:13-14, Hebreos 10:10). Él hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos. Él redime nuestra personalidad por el bien de su gloria.
Demasiado a menudo, permitimos que el Evangelio descanse ligeramente en nosotros, nunca permeando en las cavidades más profundas de nuestro corazón. Pero cuando la realidad comienza a sostener el peso, sucede algo sorprendente. Nos damos cuenta que no hay nada que demostrar y nada que perder. Cristo es Suficiente para nosotros. Y cuando confiamos en Él, nuestro valor es redefinido.
Si eres un cristiano, las cosas en tu vida no te definen. Tu estado civil no es tu vida. Tampoco lo es tu tamaño de ropa, tu trabajo, o tu educación. No, para el cristiano, Jesús define su valor.
El secreto de la felicidad no se encuentra dentro de ti. Se encuentra buscando fuera de ti mismo, a Jesucristo, y dejarlo redefinirte. Así que este nuevo año, decide conocer a Cristo. Otras buenas intenciones pueden acaparar la atención del público, pero conocer a Cristo cambiará tu vida.
¿Qué te impide encontrar satisfacción?
por: Christel Humfrey
...Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor. 1 Pedro 3:6
martes, 30 de diciembre de 2014
miércoles, 10 de diciembre de 2014
¿Cuál es el secreto del contentamiento?
¿Cuál es el secreto del contentamiento?
Quiero compartir este artículo del Pastor John MacArthur con cada un@ de ustedes! En la sociedad en que vivimos, es sumamente fácil sufrir de falta de contentamiento. Como hijos de Dios, debemos vivir cada día de nuestras vidas mostrando cuán agradecidos estamos con todo lo que Dios nos provee. Para mí, es sumamente triste y lamentable escuchar hermanos quejarse constantemente y la queja no debe ser un rasgo característico de nuestras vidas cristianas, pues ¿qué mensaje le estamos enviando a los no salvos?
Si usted pertenece a Cristo, como el apóstol Pablo usted puede y debe aprender el secreto del contentamiento. Cuando Pablo escribió, “pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento,” no solamente hablaba filosóficamente (1 Tim. 6:6). Él había aprendido el secreto del contentamiento en cada circunstancia de la vida (Filipenses 4:11-12). Mientras que el secreto se les escapa a varias personas, no se le tiene que escapar al verdadero creyente. Para aquellos que están dispuestos a aprender, aquí hay seis pasos tomados de la vida y la enseñanza de Pablo para poder vivir una vida llena de contentamiento.
Primero, aprenda a dar gracias en toda ocasión. Pablo había aprendido a dar gracias en cada circunstancia y él exhorto a todo creyente que hiciera lo mismo. Dar gracias, en primer lugar, es cuestión de obediencia (1 Tesalonicenses 5:18; Efesios 5:18), pero también es característico de un creyente lleno del Espíritu (Efesios 5:18-20).
Segundo, aprenda a descansar en la providencia de Dios. Si en realidad conocemos a Dios, sabemos que está desarrollando su plan para nosotros para nuestro beneficio y Su gloria (vea Romanos 8:28). No deberíamos sorprendernos o ser desagradecidos cuando pasemos por pruebas sabiendo que Dios conoce perfectamente el resultado (vea 1 Pedro 4:12-13).
Tercero, aprenda a estar satisfecho con lo poco. Pablo había elegido estar satisfecho con lo poco, y sabía que era importante que otros aprendieran a elegir lo mismo. En 1 Timoteo 6:6-8, Pablo exhorto a un joven pastor con estas palabras: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. Pablo entendía que la codicia y el contentamiento eran mutuamente exclusivos.
Cuarto, aprenda a vivir por encima de las circunstancias de la vida. Así es como vivió Pablo. En 2 Corintios 12:9-10 el escribió, “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien es mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
Pablo no encontró placer en el dolor mismo, pero en el poder de Cristo que fue manifestado a través del dolor en tiempos de debilidad, reproches, persecuciones y angustias. Nosotros también deberíamos de encontrar deleite en el poder de Cristo durante tiempos de angustia.
Quinto, aprenda a depender en el poder y la provisión de Dios. El apóstol Pablo escribió, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13); y Jesús dijo que nunca nos dejaría ni nos desampararía (Hebreos 13:5). Como Pablo, nosotros también podemos aprender a depender en la promesa de Cristo. Él fielmente infunde a cada creyente Su propio poder y los sostiene en tiempo de necesidad hasta que reciban la provisión de Su mano (Efesios 3:16).
Finalmente, preocúpese por el bienestar de otros. El resumen de esto lo hizo Pablo en Filipenses 2:3-4, donde escribió: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
El hombre egoísta es un hombre descontento. Pero el alma del hombre generoso, el hombre que vive por los intereses y el beneficio de otros, tendrá bendición sobre bendición en su vida (vea Proverbios 11:24-25; 19:17; Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6).
Por: Pastor John MacArthur
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